jueves, 16 de julio de 2009

Nota - Entrevista

Alicia Barberis
Entre el juego y la realidad

Nació en Felicia, Santa Fe. En los ´90 empezó a escribir cuentos para chicos, y su primer libro se llamó “Una máquina para hacer llover”. Narradora oral, participó en grupos contando historias a chicos y grandes, trenza hilos y confecciona artesanías. También diseña libros artesanales, da forma al barro con sus manos, le gusta escuchar y se nutre de las distintas historias de vida.

Muy imaginativa, de sonrisa amplia y cierta ingenuidad en su mirada, Alicia Barberis es una creadora que sabe despertarle a uno los sentidos de las cosas. Su más polémico trabajo, la novela titulada “Cruzar la noche”, una historia que transcurre en un escenario especial y que a la vez cuenta hechos de nuestra realidad nacional anclados en la última dictadura militar, está incluido como material obligatorio en el programa escolar.
Bajo la plena luz de la tarde, en un rincón acogedor de su casa, sin grandes ritos decorativos, nos habla de su obra, sus experiencias y forma de ver la vida.
Conociendo en la simpleza de las cosas a una autora de nuestros pagos…


--¿Cuándo comenzás a trabajar con literatura?

--Lo primero que escribí fue literatura infantil. Les inventaba cuentos a mis hijos y como para no olvidármelos porque después querían que se lo contara de nuevo, los empecé a escribir. Es como un juego escribir para chicos. Sentía que tenía que decir algo a través de eso, no moralizante, pero algo que por lo general era en contra de los adultos.

-- “Cruzar la noche” es una historia ficcional con una fuerte carga objetiva aportada por datos reales, ¿de qué manera fusionaste lo subjetivo y lo objetivo en un mismo producto comunicacional?

--Primero hice todo un trabajo de investigación, sobre todo buscando textos, que no había demasiados en esa época, y realizando entrevistas personales. Lo único que tenía claro era que quería construir una historia de una chica adolescente que descubría que había sido apropiada por los militares, que era lo que me parecía más fuerte de lo que había pasado. Fui a Abuelas y Madres de Plaza de Mayo.
Haber ido a lo de Abuelas y mientras esperaba que me atendiera Estela de Carlotto, miraba ese panel… y lo que sentí en ese momento es lo que hago que sienta Mariana la primera vez que va. Necesitaba vivenciar todo eso, para transmitir más que nada la emoción de lo que uno siente.
Mariana es ficción, yo no me basé en ningún chico real, no podía tergiversar las cosas y era muy difícil entrevistar a un chico de esa edad, que en esa época tenían unos 16 años. Busqué que naciera en la Esma, porque era probable. Justo había entrevistado a una chica que había tenido un parto allí y pongo lo del famoso hilito azul y, mirá las vueltas de la vida, salió hace un par de años la historia del hilito azul, una chica que ahora es Diputada. La vecina recuerda que a ella le llamaba muchísimo la atención que cuando la llevaron a la casa tenía en lugar de aritos, dos hilitos azules en sus orejas. Se me pone la piel de gallina cuando lo cuento. Cuando esto sale a la luz, esta chica de Hijos, Victoria Donda Pérez, se conecta con la mujer que me había brindado el testimonio.


--En la introducción del libro mencionás cierta falta de comprensión sobre lo que estaba ocurriendo durante la última dictadura militar. ¿Cómo lo viviste en tu vida personal y qué huellas dejó para que sea tema de novela?


--En ese momento vivía en un pueblito chiquito, estaba embarazada de mi primer hijo y vivía como en una burbuja, no registraba bien lo que pasaba. Pero a veces venía a Santa Fe, a la casa de mi hermana que estaba estudiando, y a la noche cuando me quedaba a dormir sentía disparos, explosiones…y temas que no se mencionaban. Cuando venían mis padres los fines de semana, se encerraban con ella y discutían, le revisaban todos lo libros…yo no sabía muy bien y tampoco preguntaba. Tampoco nadie sabía con certeza, porque los medios no lo decían. En ese tiempo leía Holocausto y me preguntaba cómo podía ser que en Alemania hubiera campos de exterminio y la gente no lo supiera. Y en la Argentina pasaba lo mismo y yo no sabía nada.
Creo que si la gente no tiene conocimiento, puede volver a pasar. De ahí la importancia de abordar el tema y sobre todo porque mis hijos que ya eran adolescentes querían saber, y de alguna forma seguí con esto de escribir para ellos también, que eran los lectores con los que yo probaba y también metía sus mundos en mi creación, el mundo adolescente.

--¿Por qué elegís Rincón como escenario?

Acababa de mudarme en septiembre del ´93, y para mí era tan fuerte ver esto, la naturaleza, y casual, casual, muy casual; que el lugar donde escribo la novela haya sido un lugar de detención. Esto lo supe en el 2005 cuando salió a la luz.
También tenía que ver con recuperar la tranquilidad de un pueblo, pero con cosas mucho más fuertes, el río, la laguna, Rincón tiene una magia especial. Sentí la primera vez que pisé Villa California, que era donde yo quería vivir.
No fue accidental la elección del paisaje porque me parecía un tema muy duro y necesitaba mecharlo, con una historia de amor, con cosas de la naturaleza, para suavizarlo.

--¿A qué reflexión llegas sobre este tema al haber escrito una historia?

--En todo el proceso de construcción de esta historia, pasaron muchas cosas, hasta me amenazaron, diciéndome que no me metiera, que sabían que iba a Abuelas y Madres, que me filmaban, que los servicios no estaban desmantelados y que sabían todo. En realidad fue un motivo más para seguir adelante, y el saber que mientras más se diga y más se sepa, menos riesgos corremos todos.
Mi reflexión es que era necesario abordar ese tema, que los chicos supieran. Nunca subestimé a los adolescentes, al contrario, creo que ellos tienen un gran interés en conocer la historia, y que tal vez la generación de los adultos, de nuestros padres, eran los que no querían que se tocara el tema. Mi intención lejos de ser ambiciosa, era que si un solo adolescente apropiado, o cercano a él, pudiera ver lo que pasó, ésto serviría.

--Y puntualmente sobre lo que sucedió en la última dictadura…

--Hay muchas maneras de interpretar la historia. No soy partidaria de la violencia, seré cobarde o seré pacifista. Pero hay que entender lo que sentían dentro de ese contexto histórico en el que estaban viviendo. No juzgo a nadie. Pero sí juzgo al Estado, porque cuando el terrorismo viene desde Estado, es atroz. Para terminar con la violencia, sí podrían haber hecho y muchas cosas: haber detenido, enjuiciado, encarcelado. No sólo que no lo hicieron, sino que mataron, secuestraron, a los que estaban participando activamente en un hecho de violencia y también a los que militaban en los barrios, a los que estaban en las agendas de alguien, a cualquier sospechoso.
El método que se utilizó fue el más atroz, el más horroroso y el que nunca se pudiera pensar que utilizara el Estado.

--¿Cuál fue la repercusión?

--Más de lo que yo hubiera pensado o imaginado. Hasta hoy se sigue vendiendo y está como material obligatorio en las escuelas y despierta a muchos profesores a iniciar un intercambio, abordándola desde lo literario y desde lo histórico. Se hacen análisis desde otros lugares, se debate el tema.
La literatura, te aproxima a un hecho de la historia a través de un personaje que lo sentís más cercano, que es lo que les pasa a los adolescentes. Ellos a través de una novela pueden ponerse en la piel del personaje, saben lo que puede sentir un chico que fue apropiado al enterarse de la verdad.


--¿Cómo te definirías?

--¡Qué difícil! Soy una mezcla de muchas cosas. Por un lado soy muy lúdica en mi mente, me gusta jugar con un montón de cosas, y por otro soy muy contestataria, tengo ganas de que se haga justicia por todos los medios. Tal vez utilizo la literatura para que se haga justicia de alguna manera, un poco con lo lúdico, porque escribir es lúdico, es jugar con la imaginación, aunque se trate de temas dolorosos. Creo que eso está en el fondo de todo. Siempre querer que lo que no se puede resolver con justicia en el plano de la realidad, que se resuelva aunque sea en el plano de la imaginación, de la literatura, del arte, en un plano diferente.


Algunos hijos de militares, me atacaban en las charlas. Los silencios que se producían eran muy fuertes. Se generaba un espacio de reflexión que habrá seguido su curso.


De 10 asesinatos o bombas que se producían, 7 los hacían los propios militares para crear caos.

Títulos de sus obras
“Una máquina para hacer llover”, Adeis Santa Fe (1993)
“EL misterio de las letras perdidas” Ed. EDEBE, Barcelona (1996)
“Cruzar la noche”, Colihue (1996)
“Van a eliminar a todos los perros” Ed. Libresa Ecuador (2001)
“Viaje hacia los cuentos” EDEBE Buenos Aires (2001)
“Mi hermano Jaci” Ed. Comunicarte de Córdoba (2004)
“El científico” Libresa Ecuador (2006)
“El nuevo mundo” EDEBE Barcelona (2009)


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